Bueno, ya sabéis esta costumbre mía de publicar posts sobre carreras sin importar mucho eso de que fueran ya pasado un tiempecito, esta vez sólo me ha costado una semana. Y es que sí, me acabaron liando para correr con dorsal el finde pasado. Y allí estaba yo, un domingo sonando el despertador a las 7:00 a.m., ¿pero que necesidad tengo yo de estas cosas? ¿las 7:00? pero si no estás tú pa muchas carreras, y encima ¿luego te vas a ir a hacer unos kilómetros de regalo en la Casa de Campo?

La Carrera de la Ciencia es una de las clásicas de Madrid, 37 ediciones (vamos, que no estaba muy de moda lo de correr cuando decidieron empezar). El año pasado ya me liaron para correrla y, sí, cierto aíre familiar y a carrera de barrio, pero poco más.

Este año la misma historia, inscripción el último día. La recogida de dorsales ágil, se hecha un poco de menos el listado de inscritos para comprobar tu número de dorsal (o lo había y no lo vi), no sea que alguno pierda el móvil; aunque por otro lado, como no hay ninguna comprobación a la hora de recoger el dorsal, pues bueno, no sé que sería mejor. El ropero me lo ahorre y al parecer fue lo mejor que hice: que si recoger la bolsa, que si no lo sabia, que si cola bastante larga y lenta, que si casi me pierdo la salida con el ropero… ¿empieza a tener un número de corredores que obliga replantearse algunas cosas?.

Las salidas son siempre complicadas pero creo que esta debe ser la salida más complicada de todo Madrid. Que no haya ningún tipo de cajón y que se empiece por el tramo más rápido de la carrera se traduce en caos: tira toda la bajada inicial evitando a quien se para en mitad de carrera para ajustarse la banda del móvil, hacerse la foto o esperar al colega; salta los píes de las vallas del primer tramo; evita al señor que viene de comprar el periódico o el pan; esquiva algún espejo retrovisor de los coches aparcados y sobrevive al embudo de la calle Recoletos (sí, sigue pasando por Recoletos).

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Tras bajar Serrano y entrar al embudo, casi casi uno está contento de que llegar a la running zone de Madrid: Recoletos – Castellana. Al menos lo de que sea siempre hacia arriba y el llevar ya unos kilómetros, pues eso, que empieza uno a tener algo de espacio para al menos saludar a la multitud de espectadores al señor que no entiende un policía local no le deja cruzar la calle con su coche y los turistas que mapa en mano no saben muy bien que hacer. En definitiva, mantener velocidad crucero para gestionar luego los repechos del final.

La meta vuelve a ser favorable y es fácil venirse arriba. Espacio para motivaos y buscar bajar unos segundos a la marca, eso sí, cuidado con la curva que alguno se acabó llevando un susto.

Que queréis que os diga, no estoy muy en forma yo últimamente, pero cumplí el expediente y me fui a la Casa de Campo para terminar en el Urogallo con algo de postureo.

Una carrera para echar la mañana con los amigos (había ofertas de packs para grupos de 5), necesaria por eso de ser una veterana y que a poco que hicieran mejoraría bastante.

No me pregunteis por la bolsa del corredor porque ni he mirado aún que hay (la revista no era un número del año pasado de alguna revista de correr que les debe dar cosilla mandarla a reciclar). Eso sí, la camiseta sí la vi, manga larga, blanca, mismo no diseño que el año pasado pero cambiando el color (ojo que a alguno le he leído que es bonita) e igual de mala si la vais a usar para correr (toda una killer de pezones)

Lo que no to tiene perdón es que lo único que hubiera frío en meta fuera cerveza fake de San Miguel.

¿El año que viene? Quién sabe.