Este año la Behobia San Sebastián hacía 100 años desde su primera edición, que no 100 ediciones como alguno parece que ha pensado (vamos por la edición número 56) y nos tenía reservado una edición especial. Primero, coincidencia con las elecciones (¡Hola Bypass), y segundo, por la climatología (bienvenidos héroes).
Para mi ha sido una Behobia atípica. La novena consecutiva (joder Víctor, si que empezamos con esta historia hace tiempo ¿no?), y la primera que acabo una Behobia con los zapatos limpios, sí, limpios, sin esa capa de restos de cartón desprendido de los vasos en los avituallamientos de la carrera. Además es la primera vez que me ahorro la feria del corredor, FICOBA (sí, ese jode plan pre carrera) lo hemos cambiado por el amigo que va a la tienda de su pueblo donde se puede recoger el dorsal.
La Behobia que he vivido este año es la de Ana y la de Ander. La de Ana por ser la única racional del grupo, que cuando nos levantamos y vio el temporal de agua y viento que nos regalaba el día en Orio lo tuvo claro y nos dijo que este año que la corran los motivaos (de esto parece que cada vez hay más), que yo no tengo necesidad de hacer el tonto y pasarlo mal. Y la de Ander, que tampoco estaba por la labor de correr cuando vio la que caía, sabiendo que con lo que había entrenado, salvo pasarlo mal, poco rédito iba a obtener; pero claro, en el caso de Ander pesó más el no dejarme sólo (por no aguantarme dice) y un rato de calma lo aprovechamos para plantarnos en la estación y ver como avanzaba la mañana en Behobia.
El tiempo no acompañaba y el estado de forma no iba convertir la experiencia en algo especialmente agradable para mi compañero de carrera:
- El viaje a Behobia con menos bromas de lo habitual y alguna risa nerviosa en un tren en el que sólo faltaban los empujadores japoneses. Con olor a reflex y vaselina a espuertas facilitando el amor entre desconocidos.
- La lluvia nos duró 5 minutos tras bajar del tren y cientos de motivaos deseosos de poder contar una Behobia apocalíptica se encontraban huérfanos de la experiencia, al menos de inicio.
- Los aupa, txapeldun y oso ondo habituales se incrementaron (creo que por la cara de sufrimiento que llevaba Ander) y aunque el día estaba para pocas bromas, había más paraguas que en Hong Kong.
- Lluvia, algo de granizo y frío. Nada que no se esperara, es más, os diría que fue mucho menos de lo que teníamos en mente, y nos respeto 10 o 12 km. Viendo la cifra de corredores que llegaron a meta os podéis hacer a la idea de que tampoco es que fuera el fin del mundo (habrían suspendido la carrera ¿no?).
- Lo que no cambia ningún año desde que se cambió al recorrido actual es mi entrada en Rentería… piel de gallina: pajarón, emoción o frio, ya no sé muy bien que me lo provoca.
- Eso sí, el amigo Ander lo pasó mal, como seguro que muchos de vosotros, pero al menos no perdió el humor; no que al mamón se le ocurre decirme que tire los últimos km, después de habernos parado más que una aspirante a influencer.
- El fin de fiesta, el giro al llegar a la playa de Zurriola. Viento y lluvia que casi impedían correr. En fin, otra Behobia…
Por cierto, de los bypass famosos casi ni me enteré. Algo de lío en el primero porque se estrechaba mucho pero salvo eso, todo correcto.
¿El año que viene tocará volver?